París no se acaba nunca y el recuerdo de cada persona que ha vivido allí es distinto del recuerdo de cualquier otra. Qué mejor que las palabras de Hemingway, un enamorado de París, para describir esta ciudad bohemia y romántica, llamada la ciudad de la luz, que cautiva a todo aquel que la visita gracias a sus magníficos paseos por el Sena, a sus nostálgicos cafés y a sus misteriosos rincones. Ven a conocer el París de obras como Rayuela o París era una fiesta, sumérgete en la ciudad y descubre cuál es la tuya. Ahora ya podrás decir aquello de "siempre nos quedará París".
Qué hacer
Una ciudad tan inmensa como París no puede verse en dos días así que lo ideal es fijarse varias paradas imprescindibles, como la Torre Eiffel. Hay innumerables museos, entre ellos, uno de los más importantes del mundo, el museo del Louvre donde admirar la Mona Lisa o el Código de Hammurabi. El museo clave para el arte contemporáneo es el Centro Pompidou cuyo edificio es una obra de arte en sí misma. Muchos de los museos son gratuitos el primer domingo de cada mes.
Dejando a un lado los museos, los amantes de la literatura tienen una visita obligada a la librería Shakespeare & Co donde Hemingway se hizo una de sus fotografías más famosas y por donde han pasado autores de la talla de Joyce o Fitzgerald. Ya que estamos aquí, podemos aprovechar para visitar Notre Dame.
Uno de los cementerios más famosos y visitados es el de Père Lachaise donde descansan celebridades como Balzac, Chopin, Delacroix, Jim Morrison, Oscar Wilde o Édith Piaf.
Lo mejor para disfrutar de París si el tiempo acompaña es perderse por sus calles, descubrir sus entrañas bajando a las catacumbas de la ciudad o, en verano, tomar el sol en Paris Plages a orillas del Sena.
Otra de las visitas obligadas es Montmartre desde donde podremos contemplar la ciudad de París y dejar que uno de los muchos artistas nos inmortalice en un retrato. Podemos aventurarnos por sus escaleras o elegir el camino más cómodo y subir en funicular que llega hasta los pies de la Basílica del Sagrado Corazón.
Ya de noche, lo ideal es un paseo por Pigalle para admirar sus luces y su vida nocturna y contemplar el magnífico Moulin Rouge.