No sé vosotros, pero yo desde hace un par de años tengo la sensación de vivir permanentemente al límite del abismo. Cada vez que parece que vuelve la normalidad, vuelve el caos, por lo que creo que lo mejor será asumir un nuevo estado de caos permanente en el que más vale dejar de sufrir y empezar a fluir.

¿Lo bueno de todo esto? que no hay depresión post-vacacional, ni cuesta de Enero, ni vuelta al gimnasio ni coleccionables en el quiosco (lo siento por los coleccionistas y por los quiosqueros, pero lo de las colecciones del quiosco me parece la mejor forma de destrozar la magia del orden que aprendiste con Marie Kondo).

La magia del orden

Peeero… os diré que esto de la incertidumbre y el nuevo caos total que gobierna el universo tiene sus ventajas.

Normalmente la vuelta de las Navidades era melancólica (¿os acordáis del Blue Monday?). A todos (o al menos a mí) nos daba pereza dejar atrás el desenfreno de regalos, el jamón del bueno, las reuniones con familia y amigos y los desayunos largos en pijama. Por delante solo nos quedaba la dieta, la cuesta de enero, la vuelta al cole, al trabajo y al gimnasio…. un bajón total que duraba hasta Semana Santa, momento en el que empezabas a ver la luz al final del túnel y se asomaba la un rayito de ilusión organizando una escapada o planificando ya el viajazo del verano.

Sí amigos, el primer trimestre del año ha sido siempre igual a bajón del bueno, y el que diga lo contrario, o miente o se ha caído en una taza de Mr. Wonderful y podría morir ahogado recordándote que la vida es maravillosa. 

Fuente: unycos.com

El caso es que ahora todos esos ciclos estacionales se han diluido, reemplazados por la nueva estacionalidad en la era post-Covid: el confinamiento. Ahora tu momento estelar ocurre cuando te desconfinan, tras un encierro familiar del que ya no te salvan ni las series de Netflix ni las manualidades ni las galletas caseras.

Esto, que objetivamente es malo, se convierte en bueno si piensas que no tienes que esperar a la Semana Santa para recuperar la alegría, porque cualquier día es bueno para disfrutar, y porque la incertidumbre de no saber qué vendrá mañana nos pone a todos un poco en modo Carpe Diem, y que nos quiten lo bailao (flamenca, flamenca).

Lo reconozco, este año me siento liberada, sin la presión de que pase pronto este trimestre frío y oscuro porque sé que puede ser tan bueno o malo como cualquier otro. Ni siquiera cuento los días para el cambio de hora y ya noto que fluyo esquivando positivos como Neo en Matrix.

Así que haz como yo y disfruta un 2022 sin cuesta de Enero, lánzate a la calle (siempre que estés a salvo del maldito virus) y disfruta cada desconfinamiento como si fuera el último, porque ¿quién sabe? quizás lo es.

Y si no, que nos quiten lo bailao.

mm
No te tomes tan en serio, nadie más lo hace.