Vuelo + Hotel a Bilbao

Las "Siete Calles" fundadas en el año 1300 por Don Diego López de Haro han dado lugar con el paso del tiempo a la excelentísima y honorable villa de Bilbao. A orillas del Nervión, la más populosa de las ciudades de Euskadi es hoy en día un punto de encuentro para las artes y la arquitectura y una urbe con una intensa vida comercial. Claro que el comercio ha sido desde siempre una razón de ser en Bilbao: su puerto, situado al fondo de la ría del Nervión, vio salir durante siglos la lana procedente de Castilla hacia las colonias americanas españolas. Además del hierro extraído de las canteras vizcaínas. Y es que durante muchas décadas Bilbao fue el epicentro de una vasta zona industrial, una de las más importantes de España.

Esto permitió un gran desarrollo urbano que ha convertido a Bilbao en un expositor perfecto de las distintas corrientes arquitectónicas del último siglo: eclecticismo en el Palacio de la Diputación Foral de Vizcaya o en el Palacio Chávarri, neobarroco en el Teatro Arriaga, modernismo en el Teatro Campos Elíseos, regionalismo en la estación ferroviaria de Atxuri, art déco en la Biblioteca Foral de Bizkaia)... ¡Y por supuesto arte contemporáneo en el Museo Guggenheim! Este museo, construido por Frank Gehry, se ha convertido por méritos propios en el emblema del Bilbao más vanguardista, no solo por la riqueza artística que alberga en su interior, sino también por sus retorcidas curvas que, según la perspectiva que adoptes, pueden sugerirte un barco surcando los mares, un curioso pez o una hermosa flor. ¡Eso sí que es una ilusión óptica y no la de los oasis en el desierto!

La Torre Iberdrola, diseñada por César Pelli, sobresale y de qué manera en el skyline de esta ilustre villa y, junto con el puente peatonal de Zubizuri diseñado por Santiago Calatrava, es la señal de que Bilbao vive en el siglo XXI. Eso sí, sin ignorar su pasado señorial. El Café La Granja, sito en la Plaza Circular, recuerda a los elegantes cafés franceses de la primera mitad del siglo XX y todavía hoy es el centro neurálgico de toda celebración bilbaína: conciertos, actividades lúdicas y buenas conversaciones te esperan en este romántico lugar. Por otra parte, la catedral de Santiago, la iglesia gótica más monumental de Vizcaya, lleva siglos guiando a los peregrinos europeos hacia la tumba del apóstol Santiago el Mayor. Y el Museo de Bellas Artes, emplazado en un señorial edificio de más de un siglo de antigüedad, destaca por su gran diversidad artística, con más de 10.000 obras españolas y europeas.

El trazado y la arquitectura de las calles y edificios de la capital vizcaína juguetean en el paisaje urbano con sus numerosos puentes. Modernos como el Puente Euskalduna o antiguos como el Puente de Deusto o el del Ayuntamiento, todos ellos conectan las dos orillas de la ciudad emergidas alrededor del Nervión. Y en consonancia con extensos parques como los Jardines de Doña Casilda de Iturrizar, componen una ciudad donde la naturaleza ha logrado ganar la batalla a la contaminación industrial.

Aire puro ideal para saborear las delicias de la cocina vasca en cualquier restaurante o en alguna sociedad gastronómica (también llamada txoko). Los característicos pintxos forman parte del ADN vasco, ideales para catar como aperitivo antes de unas buenas angulas, de un bacalao al pil pil o a la vizcaína, regados por un txakoli. Y de postre, unos deliciosos canutillos de Bilbao. Desde luego, la buena cocina y el buen comer alcanzan su máxima expresión en estas tierras, llenas de reconocidos chefs como Juan Mari Arzak, Martín Berasategui o el televisivo Karlos Arguiñano. Los bares también son perfectos para ver buen fútbol, aunque para ello es mejor que te acerques al espectacular estadio de San Mamés. En él juega como local el Athletic Club, uno de los tres únicos equipos que ha disputado todas sus temporadas en la máxima categoría del fútbol español. Será por eso que en La Catedral el rugido de los leones intimida hasta al adversario más peligroso.

Pero el Gran Bilbao también cuenta con algunas de las playas urbanas más concurridas de Euskadi. Las Arenas, Arrigunaga o Plentzia están a un paso cogiendo el metro y sacian el deseo de darse un baño en los veranos moderados del norte peninsular. También puedes coger el Euskotren para llegar a localidades con encanto marinero del norte como Bermeo o Algorta. O a pintorescas villas medievales como Durango o Gernika, protagonista involuntaria de la Guerra Civil española, en su día musa de Picasso y hoy sede del Museo de la Paz.

Bilbao es una ciudad viva, intensa, consciente de su pasado y que mira hacia el futuro. Con una envidiable red de transporte público, Bilbao da los pasos para convertirse en una metrópolis. Su aeropuerto, enlazado con un montón de destinos españoles y europeos, es el más importante de la vertiente cantábrica. A él se llegará pronto en metro, pero de momento habrá que conformarse con el taxi y el buen servicio de autobús. ¡Descubre por ti mismo esta urbe del siglo XXI!